«Carajo» al escuchar su voz en fracción de segundos mi mala memoria funciono a la perfección y recordé por fin claramente quien era y la turbulenta historia que nos había unido 18 años atrás, con un tanto de susto y también con emoción me dirigí hacia ella sin darle tiempo a que se ofuscara más o dijera otra cosa, al tenerla muy cerca la abrace, sin importarme que justo en ese momento abrió la puerta una señora que seguramente había escuchado parte de la conversación, la abrace muy fuerte y la chica I, ya confirmado su nombre, también me abrazo y así estuvimos, no sé por cuanto tiempo, sin importarnos el entrar y salir de otras mujeres en ese momento.
En cuanto terminó el abrazo, le dije casi no te reconozco, sabía que te conocía, pero estas un poca cambiada mejor dicho te ves hermosa que bien te han sentado los años. Con eso quise suavizar el hecho de tener que darle una explicación en ese momento del porqué desaparecí un día cualquiera de su vida, sin dejar rastro cuando ella tenía alrededor de 25 años y yo 20 años; para mí fortuna el momento y el lugar solamente dio tiempo para realizar intercambio de números de celular, un beso de despedida, y de mi parte la promesa de que apenas llegara a mi casa la llamaría, ambas salimos cual película como si nada, cada una para su mesa y ya sentadas con sus respetivos acompañantes, continuamos nuestras conversaciones, no sin dejarnos de mirar en complicidad, quizás cada una recordando a su manera lo vivido muchos años atrás. Más o menos una hora después ella se marchó y más tarde me marche yo con mi amiga Nata.
Ya en mi casa no podía dejar de recordar tantas locuras, tantos eroticos momentos vividos y cuanto me gustaba la chica I, hacíamos locuras para poder pasar una noche juntas… por eso será que se dice que recordar es vivir; pero abruptamente el timbre del celular interrumpió mi ensoñación, era su nombre el que vibraba en la pantalla, pero yo no respondí, no quería explicar por celular la razón por la cual me había esfumado sin ninguna explicación 18 años atrás.
Pero la llamé al día siguiente, un sábado laboral unos minutos antes de salir de la obra donde trabajaba en ese momento de mi vida, la llame como a las 11:45 am para invitarla a almorzar; nos encontramos como a las 1:30 pm en un restaurante al norte de Cali. Qué bonita venía vestida, yo había llegado 10 minutos antes algo nerviosa, pero feliz de poder volver a tenerla cerca después de tantos años.
Traía puesto un bonito vestido largo color beige que resaltaba sus 1.70 y tantos metros de estura, sandalias y bolso de color negro, llevaba su cabello suelto hasta los hombros; mientras se acercaba a la mesa, por mi mente pasaban en ráfaga recuerdos del apasionado romance que vivimos por cerca de un año, mientras ella estaba casada con un apuesto joven de 28 años con el que llevaba casi 3 años viviendo, y yo era una Muchachita de 20 de años con la que cayó en tentación en una loca y turbulenta etapa lésbica de su vida.
Esa tarde que poco a poco se fue convirtiendo en noche, cenamos, hablamos, y de allí fuimos a un bar gay de la ciudad y como es común en un reencuentro con una ex pareja o examante o lo que sea, terminamos la noche teniendo una apasionada noche de sexo en su cama, ese lindo domingo pasé todo el día junto a la mujer I.
El lunes en la mañana me llevo hasta una obra al oriente de Cali donde trabajaba como residente de obra, durante el trascurso de esa semana nos veíamos todos los días, cenábamos, hablábamos, íbamos a cine, hacíamos el amor y de vez en cuando me quedaba en su apartamento en el cual vivía, desde hacía 4 años que se había divorciado.
El domingo siguiente un poco más de ocho días de habernos reencontrado, al despertar y desayunar, salimos a trotar a Pance un lugar muy típico en Cali para hacer ejerció; al medio día volvimos a su apartamento, almorzamos y pasamos una acalorada tarde de sexo y al caer la tarde sentadas en el balcón de su apartamento tomando café, la hora de la verdad llegó, y desafiantemente me miró a los ojos, guardó silencio por unos minutos, inmediatamente supe que me preguntaría lo que temía que preguntara, y en un tono suave, pero firme me pregunto ¿Por qué no te despediste de mí, por qué simplemente desapareciste y nunca más me volviste hablar, sabiendo donde vivía y que estúpidamente yo te quería? Que locura me dije mentalmente, ya que más da que sepa la verdad. Me senté frente a ella, respire profundamente y mirándole directo a los ojos, lo primero que tuve que contarle en detalle fue que, un domingo en la mañana al despertarme en su casa en el cuarto de la empleada, después de bañarme y vestirme para marcharme a la mía, creo que mientras ella se bañaba, su marido me estaba esperando en la puerta principal de su casa, cuando me vio salir para abrir la puerta y marcharme se me acercó violentamente, me tomo del cuello y me estrello contra la pared, en conclusión le dije, ese día tu exesposo movido por los celos, quien la noche anterior te había seguido cuando supuestamente tú, te levantaste en la madrugada y bajaste al primer piso de la casa supuestamente a tomar agua y volviste a subir casi en la mañana, cosa que pasaba los fines de semana que yo me quedaba supuestamente charlando como cualquier par de amigas, muy furioso mientras me sujetaba por el cuello me dijo, sé que te acuestas con mi mujer, sé que no son solo amigas, sé que eres lesbiana y que enredaste con cuentos a mi mujer, pero antes que esto vuelva a pasar yo te mataré, así que te largaras y nunca más la buscarás o no responderé de lo que pase contigo, a modo de comentario le dije, sé que no perdí mis dientes ese día o me gané una paliza solo por ser mujer, por eso no volví a buscarte nunca más; nos quedamos en silencio, ella se levantó, se dirigió a la nevera, saco dos cervezas me paso una y empezó a tomar la suya, después se sentó nuevamente a mi lado, me imagino que inmersa en sus recuerdos, yo solo me quede en silencio sin imaginar que podría estar pensando ella o que me diría, pero sorpresivamente me dijo en tono nostálgico y bastante sorprendida, José Luis como se llama su exmarido nunca me dijo nada, jamás me reclamo es más, no me imagine que supiera lo que paso entre tú y yo. Ambas nos quedamos pasmadas y creo que sintiéndonos culpables ante la impotencia que este hombre pudo haber sentido ante la sorpresa de descubrir que su esposa lo engañaba, y no con un hombre, sino con una mujer a la cual que no podo enfrentar a golpes como seguramente hubiera pasado, si fuese un hombre quien se metiera con su esposa.
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