¿Mataste al tigre y ahora te asustas con el cuero?

Así comienza mi historia con la chica I, estaba tomando café con una amiga botando corriente sobre tantas cosas que pueden contarse una amiga heterosexual y una amiga lesbiana, en conclusión adelantando cuaderno, chismes y más chismes; rato después sentí esa extraña sensación que se siente cuando alguien te observa, alce la mirada y vi una mujer muy bonita de aproximadamente 40 años que hablaba con un tipo en una mesa cercana en la cual están comiendo a quien sentí que conocía de algún lado, pero no recordaba de dónde; durante minutos nuestras miradas no dejaban de encontrarse y mientras ella hablaba con su acompañante y yo luchaba con mi memoria para recordar si realmente la conocía, y también para no perder el hilo de la conversación con Nata mi amiga, quien ni por enterada se dio de la situación; me imagino que por ser heterosexual y no saber que las mujeres lesbianas nos hablamos con la mirada en fin… había trascurrido alrededor de una hora del jueguito de miradas entre las dos, cuando repentinamente vi que la mujer le hizo señas a su interlocutor de ir al baño, realmente me sentía tan inquieta con aquella mujer que tenía la impresión de que me hablaba telepáticamente.

¿Cómo carajos hago para hablarle o salir de la duda? Claro que también pensé que quizás yo estaba suponiendo tentarías o simplemente aquella mujer era una chismosa y me miraba simplemente porque se notaba que soy les, mmm mientras yo divagaba en mi mente, ella se paró de la mesa sin perderme de vista mientras caminaba hacia el baño de la plazoleta de comidas del centro comercial donde nos encontrábamos aquel día, no lograba descifrar si me había enviado un mensaje cifrado te espero en el baño, pero por pura intuición femenina en cuanto tuve la oportunidad me pare de la mesa, me disculpe con Nata y me dirigí, casi corriendo muerta de curiosidad y hasta algo asustada, pues no sabía si al llegar al baño ella ni por enterada se daría de mi presencia o si por el contrario me estaría esperando y por fin descubriría quién era y por qué me miraba de esa manera; cuando por fin cruce la puerta y llegue a la zona de lavamanos, la mujer misteriosa estaba apoyada en el mesón dando la espalda a la puerta, creo que estaba segura de que iría porque al verla de espalda y al mirarla atreves del espejo me encontré de frente con su mirada, y antes de que yo pudiera hacer o decir algo, se giró y sin importarle quien más estaba en el lugar, me pregunto casi con un alarido…

¿Dónde putas te metiste los últimos 18 años y por qué desapareciste?

«Carajo» al escuchar su voz en fracción de segundos mi mala memoria funciono a la perfección y recordé por fin claramente quien era y la turbulenta historia que nos había unido 18 años atrás, con un tanto de susto y también con emoción me dirigí hacia ella sin darle tiempo a que se ofuscara más o dijera otra cosa, al tenerla muy cerca la abrace, sin importarme que justo en ese momento abrió la puerta una señora que seguramente había escuchado parte de la conversación, la abrace muy fuerte y la chica I, ya confirmado su nombre, también me abrazo y así estuvimos, no sé por cuanto tiempo, sin importarnos el entrar y salir de otras mujeres en ese momento.

En cuanto terminó el abrazo, le dije casi no te reconozco, sabía que te conocía, pero estas un poca cambiada mejor dicho te ves hermosa que bien te han sentado los años. Con eso quise suavizar el hecho de tener que darle una explicación en ese momento del porqué desaparecí un día cualquiera de su vida, sin dejar rastro cuando ella tenía alrededor de 25 años y yo 20 años; para mí fortuna el momento y el lugar solamente dio tiempo para realizar intercambio de números de celular, un beso de despedida, y de mi parte la promesa de que apenas llegara a mi casa la llamaría, ambas salimos cual película como si nada, cada una para su mesa y ya sentadas con sus respetivos acompañantes, continuamos nuestras conversaciones, no sin dejarnos de mirar en complicidad, quizás cada una recordando a su manera lo vivido muchos años atrás. Más o menos una hora después ella se marchó y más tarde me marche yo con mi amiga Nata.

Ya en mi casa no podía dejar de recordar tantas locuras, tantos eroticos momentos vividos y cuanto me gustaba la chica I, hacíamos locuras para poder pasar una noche juntas… por eso será que se dice que recordar es vivir; pero abruptamente el timbre del celular interrumpió mi ensoñación, era su nombre el que vibraba en la pantalla, pero yo no respondí, no quería explicar por celular la razón por la cual me había esfumado sin ninguna explicación 18 años atrás.

Pero la llamé al día siguiente, un sábado laboral unos minutos antes de salir de la obra donde trabajaba en ese momento de mi vida, la llame como a las 11:45 am para invitarla a almorzar; nos encontramos como a las 1:30 pm en un restaurante al norte de Cali. Qué bonita venía vestida, yo había llegado 10 minutos antes algo nerviosa, pero feliz de poder volver a tenerla cerca después de tantos años.
Traía puesto un bonito vestido largo color beige que resaltaba sus 1.70 y tantos metros de estura, sandalias y bolso de color negro, llevaba su cabello suelto hasta los hombros; mientras se acercaba a la mesa, por mi mente pasaban en ráfaga recuerdos del apasionado romance que vivimos por cerca de un año, mientras ella estaba casada con un apuesto joven de 28 años con el que llevaba casi 3 años viviendo, y yo era una Muchachita de 20 de años con la que cayó en tentación en una loca y turbulenta etapa lésbica de su vida.

Esa tarde que poco a poco se fue convirtiendo en noche, cenamos, hablamos, y de allí fuimos a un bar gay de la ciudad y como es común en un reencuentro con una ex pareja o examante o lo que sea, terminamos la noche teniendo una apasionada noche de sexo en su cama, ese lindo domingo pasé todo el día junto a la mujer I.

El lunes en la mañana me llevo hasta una obra al oriente de Cali donde trabajaba como residente de obra, durante el trascurso de esa semana nos veíamos todos los días, cenábamos, hablábamos, íbamos a cine, hacíamos el amor y de vez en cuando me quedaba en su apartamento en el cual vivía, desde hacía 4 años que se había divorciado.

El domingo siguiente un poco más de ocho días de habernos reencontrado, al despertar y desayunar, salimos a trotar a Pance un lugar muy típico en Cali para hacer ejerció; al medio día volvimos a su apartamento, almorzamos y pasamos una acalorada tarde de sexo y al caer la tarde sentadas en el balcón de su apartamento tomando café, la hora de la verdad llegó, y desafiantemente me miró a los ojos, guardó silencio por unos minutos, inmediatamente supe que me preguntaría lo que temía que preguntara, y en un tono suave, pero firme me pregunto ¿Por qué no te despediste de mí, por qué simplemente desapareciste y nunca más me volviste hablar, sabiendo donde vivía y que estúpidamente yo te quería? Que locura me dije mentalmente, ya que más da que sepa la verdad. Me senté frente a ella, respire profundamente y mirándole directo a los ojos, lo primero que tuve que contarle en detalle fue que, un domingo en la mañana al despertarme en su casa en el cuarto de la empleada, después de bañarme y vestirme para marcharme a la mía, creo que mientras ella se bañaba, su marido me estaba esperando en la puerta principal de su casa, cuando me vio salir para abrir la puerta y marcharme se me acercó violentamente, me tomo del cuello y me estrello contra la pared, en conclusión le dije, ese día tu exesposo movido por los celos, quien la noche anterior te había seguido cuando supuestamente tú, te levantaste en la madrugada y bajaste al primer piso de la casa supuestamente a tomar agua y volviste a subir casi en la mañana, cosa que pasaba los fines de semana que yo me quedaba supuestamente charlando como cualquier par de amigas, muy furioso mientras me sujetaba por el cuello me dijo, sé que te acuestas con mi mujer, sé que no son solo amigas, sé que eres lesbiana y que enredaste con cuentos a mi mujer, pero antes que esto vuelva a pasar yo te mataré, así que te largaras y nunca más la buscarás o no responderé de lo que pase contigo, a modo de comentario le dije, sé que no perdí mis dientes ese día o me gané una paliza solo por ser mujer, por eso no volví a buscarte nunca más; nos quedamos en silencio, ella se levantó, se dirigió a la nevera, saco dos cervezas me paso una y empezó a tomar la suya, después se sentó nuevamente a mi lado, me imagino que inmersa en sus recuerdos, yo solo me quede en silencio sin imaginar que podría estar pensando ella o que me diría, pero sorpresivamente me dijo en tono nostálgico y bastante sorprendida, José Luis como se llama su exmarido nunca me dijo nada, jamás me reclamo es más, no me imagine que supiera lo que paso entre tú y yo. Ambas nos quedamos pasmadas y creo que sintiéndonos culpables ante la impotencia que este hombre pudo haber sentido ante la sorpresa de descubrir que su esposa lo engañaba, y no con un hombre, sino con una mujer a la cual que no podo enfrentar a golpes como seguramente hubiera pasado, si fuese un hombre quien se metiera con su esposa.

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Entre muchas cosas que uno puede contar o confesar a un antigua amante o pareja después de muchos años sin hablarse, mi querida examante me confesó que me buscó y hasta lloró, pero después siguió con su matrimonio, tuvo una bebé 2 años después y nunca más tuvo rollos con otras mujeres, hasta hacía 3 años, momento en el cual conoció a una mujer lesbiana definida 4 años menor que ella, de la cual se enamoró y con la cual decidió nuevamente vivir su reprimido gusto lésbico y confirmar nuevamente que sin dudas su matrimonio era una pantalla y que ya no quería estar más tiempo casada con un hombre al que no amaba, yo me alegré en ese momento y la felicité porque por fin una mujer que ya había comprobado que definitivamente le gustan las mujeres era capaz de asumirlo y hacer lo que correspondía en busca de su felicidad, pero mi alegría termino casi al instante cuando repentinamente rompió en llanto, la abracé y le pregunté qué le pasaba y me dijo que hacía 6 meses su relación con Amanda, la mujer en cuestión había terminado, le dije, pero si te separaste, aceptaste que te gustan las mujeres, eres libre para vivir tu relación, cuál es el lío, y para mi sorpresa su respuesta me dejó sin palabras; me dijo, todo se acabó porque no quise irme a vivir con ella, no fui capaz de salir del closet, no supe como afrontar el hecho de que su hija de 15 años, su familia y amigos se enteraran de que estaba enamorada de una mujer y que viviría con ella, según me relató, Amanda quien ya se había aguantado más de tres años que ella tuviera marido, ahora que la chica I estaba legalmente separada no se escondería simplemente porque ella no tenía los calzones para vivir el amor y la relación sin importar el qué dirán, y ante su negativa de vivir juntas, le terminó y se marchó.

Ante este desenlace y triste final, solo atiné a preguntarle: ¿A qué le tienes miedo?, ya fuiste por fin honesta y le dijiste a tu exesposo que te gustan las mujeres, o más bien, le confirmaste por qué él ya lo sabía; ya te separaste legalmente, eres libre para tomar por fin el timón de tu vida, su respuesta fue aún más desconcertante que las anteriores, Respondió «no se» me da miedo decir que me gustan las mujeres.

Y bueno, esta es la historia de la mujer I, una mujer sin nombre que cuando lea esta historia sabrá que hablo de ella, de su vida, de sus lágrimas, de sus miedos, de sus temores, sus demonios, de su closet muy particular y que lo hago porque me importa, porque sé que le hará feliz que otra mujer que esté pasando por lo mismo tenga un final feliz, con esto no pretendo decir que será fácil.

Esta es la historia de una mujer que estuvo casada 18 años con un hombre al que no amaba, con el cual no se sentía feliz como mujer, ésta es historia resumida de una mujer que fue capaz de confesarle a su esposo que no lo amaba, que no se sentía feliz con su matrimonio, que le gustaban las mujeres, que estaba enamora de una mujer lesbiana y que tomó la decisión de divorciarse para no seguir viviendo una doble vida, hasta ahí fue valiente y tomó las riendas de su vida, pudo abrir el closet, pero una vez recorrido este camino nada fácil, no fue capaz de afrontar el irse a vivir con la mujer que amaba y con quien ya podía tener una vida sin mentiras al estar legalmente separada, no fue capaz de salir del closet, tumbar la puerta, decir esta es mi verdadera vida.

De hecho pudimos ella y yo por fin tener un final feliz, pero yo no podía obligarla a salir del closet y ella no sabía como vivir afuera.

Finalmente, se me ocurre preguntar…

Hoy eres una madre amorosa y una esposa fiel, si te cruzaras nuevamente con aquella chica con quien en tu juventud viviste un tórrido romance lésbico ¿dejarías que se acerque, huirías, sentirías miedo, dudarías?

Nuestras historias se entrelazan cada vez más; así que, te invito a responder la pregunta de esta ocasión o si deseas contarme tu historia, no olvides pasar por la sección Cuéntame.
Yinet Mesías – 2024

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